23 de marzo de 2007

Efectos secundarios

Por fin en casa. Las facturas y la reunión de última hora con un cliente casi acaban conmigo.

Lo primero que he hecho al llegar ha sido tomarme un espidifén. La migraña vuelve al ataque, qué sorpresa. Dicen que las migrañas son causadas por el estrés, por la acumulación de problemas o por según qué tipo de comidas. Mi migraña de hoy juraría que viene de una combinación de lo primero y lo segundo, pues dudo que un bocadillo de tortilla a la francesa de dos huevos con pan con tomate pueda ser la causa. Quizás debería hacerle más caso a mi madre e ir a ver a un neurólogo; lleva repitiéndome lo mismo desde hace dos años cada vez que me ve. Lo jodido es que puede tener razón: las migrañas cada vez me dan más frecuentemente, y ya he tenido que descartar el migraleve y el tonopán como calmantes del dolor. Uno termina "inmunizándose" a los medicamentos cuando se automedica abusivamente, que es exactamente lo que hago. Me da miedo pensar en el día en que no quede un solo medicamento que me alivie.

A media tarde, de camino a casa del cliente, me ha llamado Rafa -el muy perro no me llamó ayer, tuvo problemas con Marta- y lo que me ha contado me ha tranquilizado bastante. Se ve que cuando acudió la polícia a la estación y empezaron a hacer preguntas, todos los testigos "se pusieron de acuerdo" en olvidarme. Ninguno parecía recordar ningún detalle sobre mí. ¿La gente realmente está empezando a dejar de pensar sólo en ellos mismos? ¿Están empezando a distinguir entre el bien y el mal? ¿O es un efecto secundario de lo que me está sucediendo? La verdad, creía que ya estaba jodido cuando he leído la notícia ésta mañana.

Bien. Me he duchado, me he vestido y me he sentado a escribir ésto. Ahora estoy como nuevo, y el espidifén ha hecho su efecto. Podré ir al cine y disfrutar de la nueva película de Zack Snyder como se merece. Ha llegado la hora de irme. Me esperan.

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